Algunas noticias sobre el Ramal C-14, el Tren a las Nubes y su zona.

viernes, 25 de mayo de 2012

Salta, valles, puna y Tren a las nubes


Por Visitando el Mundo El 25 de mayo de 2012

La ciudad de Salta es un excelente adelanto de lo que depara el noroeste argentino.  Sin los cautivantes matices de la Quebrada jujeña, Salta, la linda, muestras todas sus dotes regionales: artísticas, musicales, gastronómicas y por supuesto las paisajísticas.



Tiene al Tren a las Nubes, imán infalible de ciento de personas que ansían probar las alturas de la Puna. Les aconsejo, para comenzar el paseo, llevar calzado cómodo, ir vestido que se pueda ir sacando o poniendo según la temperatura que vayamos encontrando, protector solar, agua y dinero ya que hay hermosas artesanias para comprar.



Para hacer el circuito turístico de la ciudad, las paradas obligadas son: iglesias y conventos de interesante arquitectura, museos que recorren la vida de los pueblos originarios del Altiplano, como también los varios restaurantes acondicionados con el estilo folckórico, las peñas y ferias con artesanias y comidas típicas.



La ciudad de Salta al estar ubicada al pie de la Precordillera, tiene un atractivo magnético por sus vistas panorámicas y paseos que atraviesan su paisaje como el mítico Tren a las Nubes, y otros tantos que hay naturalmente recorriendo la ciudad. Sobre todo en las inmediaciones de la plaza principal donde uno podrá interiorizarse de la fundación, terremotos, reconstrucciones y la importancia de sus próceres como Martín de Güemes.



En sus veredas ya tendremos un deleite visual  y aromáticos con sus naranjos, o su plaza con árboles de variadas especies, hasta palmeras. En pleno centro se encuentran los dos hoteles, que fueron los primeros de la ciudad, el Colonial y el Salta (con su clásico color rosado), ambos muy bellos por fuera, de estilo neocolonial.



Así también, el Teatro Nacional, la Casa de Uriburu (hoy Museo Nacional Histórico), frente a la plaza el Cabildo, uno de los mejor conservados del país. Alrededor de la plaza las calles se conservan empedradas, y en un mismo espacio, se ven un moderno bar, una peatonal comercial y la siempre transitada recova de 1913.



Pasando el Centro Cultural América, que posee unos vitreaux espectaculares de palacio francés, aparece el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) donde se exhiben los “niños de Llullaillaco”.



Otras construcciones dignas de admirar son la Iglesia Catedral Basílica, de un valiosísimo estilo barroco-italiano, donde se congregan los fieles para celebrar la Virgen del Milagro, y otro ineludible es la iglesia de San Francisco, de un colorido espectacular: blanco, terracota y amarilla, con unas falsas cortinas en su entrada, destruída y reconstruída varias veces desde que se edificó en el siglo XVII.



Al  fondo de la calle se ve el Cerro San Bernardo, cuya cima a sido hermosamente parquizada, con una vertiente de agua, árboles y flores de todo tipo; y desde donde se garantiza la foto con la mejor vista de la ciudad. Y esto ya nos va preparando para el viaje al Tren a las Nubes, que nos va a hacer notar la pequeñez humana al lado de la inmensidad de mundo, el capricho de la naturaleza y la imposibilidad de dominar la naturaleza.



El viaje en el tren es largo, parte a las 7 de la mañana y regresa a la ciudad de Salta alrededor de la medianoche. Antes de salir se toma un modesto desayuno, previendo el apunamiento que se produce por la gran altura, ya que se llega hasta 4.220 m. asnm., pero no asustarse a la partida se venden bolsitas con hojas de coca que se mascan, y sacan totalmente el efecto del apunamiento.



Una vez llegada a esa altura, empieza a bajar, se llega a San Antonio de los Cobres, la ciudad más alta del país, a 3.775 asnm., lugo en Mina Concordia, se detiene para dar vuelta la máquina, que empujara hasta el Viaducto La Polvorilla, una obra deslumbrante, que sostiene al tren a 63 m. de altura, en medio del vacío entre montañas. La experiencia es absolutamente superior a lo imaginado.



Al volver el tren para en San Antonio de los Cobres, donde hay una muy buena cantidad de puestos para comprar bellísimos tejidos y artesanías locales. Al atardecer, cuando asoman las estrellas y los cardones proyectan su sombra, un conjunto folckórico entretiene al pasaje. Al llegar a la capital, si todavía tiene ganas puede visitar las distintas peñas.







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