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lunes, 7 de diciembre de 2015

Riquezas de los salares de la Puna

7 de diciembre de 2015 .

Por: Ricardo Alonso.

La Puna Argentina es parte de una extensa cuenca cerrada a casi 4 kilómetros de altura sobre el nivel del mar que abarca lo que se conoce como el alto plateau del Altiplano-Puna; unidad morfotectónica de los Andes Centrales.



Esta cuenca endorreica, es decir donde las aguas confluyen en su interior, está limitada a occidente por una gran cadena volcánica que contiene los volcanes más altos del mundo y al oriente por una cadena montañosa tectónica. A nivel regional la cuenca mayor se divide en la Puna Peruana al norte, el Altiplano Boliviano al centro y la Puna Argentina al sur.

El salar y el desierto de Atacama en Chile, se encuentran un par de kilómetros de altura más abajo, al oeste de la cordillera volcánica principal, y forman parte de otra geología y de otra historia.

La Puna Argentina está a su vez subdividida internamente por volcanes y serranías. Ello acrecienta el grado de endorreísmo y hace que se formen espacios cerrados o depresiones de tamaños menores.
La Puna jujeña en lugar de contar con una sola cuenca cerrada entre la cadena volcánica de Coyahuaima al norte y del Quevar al sur, está dividida en tres o cuatro cuencas longitudinales, las que a su vez están también divididas dando lugar a los salares de Olaroz-Cauchari, Salinas Grandes-
Guayatayoc, entre otros. La Puna salteña, también se halla dividida y compatimentalizada en tres cuencas longitudinales que contienen de oeste a este, los salares de Arizaro, Pocitos y Pastos Grandes.

La cuenca de Pastos Grandes continúa hacia el sur en Centenario, Ratones y Hombre Muerto.
Las depresiones de la Puna son entonces compartimentos, más o menos estancos, donde confluyen los materiales que arrastran los ríos y que provienen de la meteorización y erosión de las rocas vecinas, más las aguas de infiltración frías o termales, más la sales disueltas en esas aguas, más el polvo eólico y las cenizas volcánicas que caen como fina lluvia aportada por el viento.

Todo se concentra en esas cuencas cerradas donde se van formando capas que se acumulan con el correr de los siglos y que guardan grabada la memoria de la región como en las páginas de un gran libro geológico. Incluso se conservan los registros de las épocas de climas secos y también las de climas húmedos, donde muchas depresiones se convirtieron en lagos, especialmente en los periodos interglaciares.

Por su naturaleza de cuenco, las depresiones cerradas concentran las aguas en su centro. Dado el clima seco, donde la evaporación supera a las precipitaciones, dichas aguas se evaporan liberando su carga de sales. Es así como se forman los salares. El entorno volcánico fue propicio para liberar billones de toneladas de gases y líquidos ricos en gas carbónico, boro, azufre, cloro que por unión con otros elementos químicos alcalinos y alcalinos térreos, tales como el sodio, potasio, calcio y magnesio dieron lugar a sales variadas, esto es carbonatos, sulfatos, boratos y cloruros.

Los salares tienen tres componentes mayores en su relleno. Las gravas, arenas y arcillas de sus alrededores, las sales sólidas en el centro y las salmueras líquidas en su interior, ricas éstas en numerosos elementos químicos valiosos, entre ellos el litio. Los aluviones de gravas y arenas que bajan de las serranías laterales, formados por degradación física, pueden tener chispitas o polvo de oro como ocurre en los flancos occidentales de la Laguna de Pozuelos y del salar de Olaroz, ambos en Jujuy.

Las sales y minerales del interior de los salares son de naturaleza química y evaporítica, es decir formados por evaporación en razón del fuerte déficit hídrico antes comentado. Así se encuentran extensas superficies de capas de carbonato de calcio en forma de travertinos, con venillas de ónix, en el borde de algunos salares, especialmente Cauchari y Pocitos.

El carbonato de sodio, llamado coipa por los nativos, se presenta en eflorescencias y también en la pequeña laguna alcalina de Santa María, al oeste del salar del Rincón, cerca del límite de Salta y Chile.

El sulfato de sodio, especialmente la mirabilita o sal de Glauber, está en la mayoría de los salares sea como eflorescencia o formando bancos con aspecto de hielo (Ice Cake). Los mayores depósitos comerciales se encuentran en el salar de Río Grande, próximo a la azufrera de La Casualidad, y también en el salar de Pocitos. Mucho más abundante es el yeso, o sea el sulfato de calcio, que forma una parte sustancial de las evaporitas de los salares. La mitad oriental del salar de Arizaro está compuesta mayormente por yeso en cristales grandes. También se encuentran en abundancia, y especialmente en los salares de la Puna oriental, extensos depósitos de boratos. Comprenden mayormente el mineral ulexita o borato común que se presenta en nódulos o en bancos macizos, llamados respectivamente "papas" o "barras" por los mineros de la región puneña. Este mineral se utiliza para la fabricación de ácido bórico. En menor cantidad aparecen hermosos cristales de borato de sodio (bórax o tincal).

Completa el cuadro de sedimentación evaporítica el cloruro de sodio o sal común (halita). Cantidades inimaginables de sal yacen en los salares de la Puna y de los Andes Centrales. Como así también en viejas serranías de sal de roca que reposan junto a los salares o en su interior. Tal como ocurre cerca del pueblo de Tolar Grande, donde incluso hay cavernas turísticas labradas en la sal de los cerros vecinos.

Decenas de miles kilómetros cuadrados de superficies evaporíticas salinas, blancas y especulares, recuerdan a viejos mares desecados. Sin embargo no hay que caer en el error común de atribuir esas sales a mares inexistentes, ya que su origen es plenamente continental y volcanogénico.

La sal de los salares se corta en panes, se evapora en piletas (cosecha) o se raspa de la costra que se forma anualmente a fines del verano. Además de los travertinos, carbonato de sodio, sulfato de sodio, yeso, boratos y sal, de los cuales algunos se explotan y otros permanecen como recursos potenciales, los salares son portadores de salmueras enriquecidas en elementos químicos valiosos.

La salmuera es agua híper salada con una concentración de diez a quince veces el agua de mar. Contienen aproximadamente los elementos químicos diluidos de todas las sales presentes en un salar, además de otros que no precipitan en minerales, como litio, potasio y magnesio. Mediante una serie de procesos de evaporación, concentración y precipitación se pueden obtener sales como el carbonato de litio o el cloruro de potasio que tienen valor comercial por sus aplicaciones especialmente en la agricultura (potasio) y en baterías (litio).

El recurso de elementos químicos presentes en las salmueras de los salares es enorme pero está aún lejos de ser cuantificado.

Este fue el tema de la conferencia que pronuncié el 6 de noviembre de 2015 en la Tecnicatura Superior de Minería, de Campo Quijano.

http://www.eltribuno.info/riquezas-los-salares-la-puna-n648779

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