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sábado, 13 de abril de 2013

Un museo y una hostería rescatan la cultura andina

13.04.13

Por: Esteban Chavarria.

Están ubicados en el paraje El Mojón, en medio de la inmensidad de la Puna.

A la vera de la ruta 40, camino a las Salinas Grandes, la familia Llampa se animó a innovar en turismo.


A 35 km de San Antonio de los Cobres, en plena Puna salteña, existe un parador de increíbles características. Allí se emplazan el museo más alto del país, una pequeña capilla y una pintoresca hostería en la que sobresalen sus mesas realizadas con panes de sal. Se trata de El Mojón.

Sandro Llampa, junto a su mujer Victoria y sus 6 hijos, levantaron con sus manos y escasos recursos económicos este emprendimiento turístico único en la Puna.

El Mojón se encuentra a 35 km de San Antonio de los Cobres, a 4 mil msnm y con temperaturas de hasta 20§ bajo cero en invierno.

Allí los Llampa tienen ovejas, cabras y llamas que protegen en corrales levantados con adobes de guano para cobijarlos del frío.

Tienen su propia huerta para proveer al comedor y crían conejos en un invernadero. El agua llega del deshielo de las montañas por un sistema de cañerías de 20 km.

Las mesas y la barra del comedor se armaron con bloques de sal, las paredes son de adobe y el piso de laja.

La cocina cuenta con hornos de barro y además es alimentada con energía suministrada por paneles solares.

La despensa, construida también con bloques de sal, resguarda los alimentos. Empanadas de cordero, cabrito y llama, locro, picantes y guisos son preparados allí con recetas andinas de antaño.

El entusiasmo de los Llampa no se da respiro. Actualmente están construyendo más piezas para el alojamiento turístico, que cuenta también con una pequeña capilla.

Todas las construcciones se realizaron a la usanza tradicional, con pisos en un marcado desnivel inferior y en ajustadas medidas, para conservar la temperatura. Cada adobe de la pared y las alfarjías del techo están rigurosamente dispuestas. Las puertas y ventanas guardan detalles de madera del cardón de la región, material en el que Sandro realizó las estaciones del Vía Crucis de la capilla.

“Tenemos que traer muchos materiales de lejos, como la paja para el techo, porque por acá ya no hay”, cuenta.

La estadía allí se transforma en una experiencia incomparable cuando los dueños de casa invitan a los huéspedes a arriar ovejas y llamas, cosechar maíz o compartir una jornada de trabajo en la huerta.

En la despedida, Sandro Llampa, con la calidez que guarda el mejor de los anfitriones, agradece a El Tribuno la visita.

Los interesados en conocer la vida de la Puna pueden comunicarse al 156854447.

El museo más alto del país


En el Museo Regional de El Mojón se recrea la vida rural en la Puna. En el centro está la “cancha”, el sitio de reunión de la familia. A su vez, un fogón cercado de tolas protege la vestimenta que perteneció a los mayores. En un costado está la “tunkuna”, un pozo donde los niños, cuando todavía no caminan, ensayan con total seguridad sus primeros pasos; y la “pecana”, un mortero de piedra para la molienda de los granos y la sal. En las paredes cuelgan fotos de las fiestas típicas y un glosario de palabras perdidas de una lengua que a los habitantes de La Puna, todavía, le es familiar.

Sandro se empeña así en enseñar las costumbres ancestrales de su tierra. “La idea era preservar lo nuestro, pero mucha gente se interesó y hoy está abierto a todos. Los que más nos visitan son los extranjeros. Se quedan horas escuchando nuestras vivencias”, comentó este emprendedor puneño.

http://www.eltribuno.info/salta/270736-Un-museo-y-una-hosteria-rescatan-la-cultura-andina.note.aspx

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